viernes, 5 de noviembre de 2010

Perdidas irrecuperables con hálito de esperanza

Glaciar de infierno tal y como estaba en 2005 (Álvaro Bonet)
Hace unos días leía en un diario del Pirineo que este año el glaciar de los Picos del Infierno había recuperado masa glaciar, algo que no sucedía desde hace décadas. Tristemente, hablamos de un momento puntual, de algo que ha sucedido este año. Después de cuatro años de estabilidad uno de los glaciares más estudiados nos daba un alivio. Sin embargo, hemos conocido esta semana después del simposio en la Alta Ribagorza sobre glaciares que el vecino Glaciar de La Neous, en el pico Balaitus se ha partido en dos por primera vez en este verano 2010. Este glaciar, que no hace tantos años era una gigante bestia de hielo empieza ya a entonar su canto del cisne.
Quizá por nostalgia, quizá por lástima, quizá porque duele ver que cosas tan bellas se pierden sin remedio, no quería dejar de contar algo que en diez años ya sólo será un recuerdo.
Sobre el glaciar de la Neous (http://www.mendiak.net)
Por su parte, el glaciar de Monte Perdido que hace 26 años despeñaba de sus seracs bloques de hielo cada vez está más biselado y el que añtaño a Ramond de Carbonnières aterrorizó, hoy se apoya en una repisa sin dejar lugar a tamaños despeñes.
Con motivo de Telenatura 2010 he tenido la oportunidad de conocer a Richard Kemp quien me enseñó algunas imágenes de un documental que editó en la década de los ochenta, en torno a unos 26 años después de las terribles murallas de hielo que veíamos en su filmación a penas quedan sus cimientos.
El cambio climático, no me malinterpreten, antropogénico o cíclico, es algo tangible, y más en estos hielos. Y lo que tenemos por seguro, es que estámos perdidendo algunas de las postales más bellas de nuestras montañas, que quién sabe si algún día las recuperarémos.
Morrenas de la pequeña Edad de Hielo Infiernos (Álvaro Bonet)
Por ello les animo a formar parte de la historia, vayan a verlos, despidanse de ellos, porque cuando ya no quede ninguno, y creanme que parece que vamos camino de ello, ustedes podrán contar a sus nietos o a sus hijos, "sí, yo vi los que eran hielos perpetuos de los Pirineos" cuando ya no quede ni rastro del hielo y tan sólo haya morrenas siendo por fin merecedores de un requiem. Ójala me equivoque.

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