lunes, 30 de agosto de 2010

Retrospectiva Gran Facha

UN ENCUENTRO DIFERENTE EN LA GRAN FACHA
Hace 70 años el 14 de octubre de 1941 Maïte Chevalier descendía de la Grande Fache, la Gran Facha, para volver a su casa con la conquista de la cima a sus espaldas cuando un traspiés la lanzó al abismo a través de una empinadísima pala en la que se iba embalando cada vez más. El piolet de madera que llevaba de poco le sirvió, pues al intentar la maniobra de frenado se astilló y se partió en dos pedazos. Sus compañeros viendo que se les iba gritaron “Sante Vierge Sauvez-la”, “Virgen Santa, sálvala”, y Maïte que también se había encomendado a Nuestra Señora de Lourdes entro en una zona de la pala con nieve más blanda detuvo su descenso. Obrado el milagro, aquellos “montagnards” prometieron que todos los años se reunirían en la cima para rezar a Nuestra Señora, algo que se viene produciendo desde 1942 de manera ininterrumpida, pronto empezaron a celebrarse misas de acción de gracias en la misma cima.

En la habitación del refugio de Wallon en silencio escuchábamos por qué nos encontrábamos ahí españoles y franceses en la víspera de celebrar una misa en la cima de la Gran Facha. Pero… ¿qué pintábamos los españoles en este encuentro mariano? Nuestro interlocutor siguió contándonos: años después, en 1947 un grupo de tres españoles ascendieron a la cima por la vía española justo durante la celebración de la eucaristía. Los franceses recibieron a los españoles entre vítores “Viva España”, “Vivan los españoles”… Aquellos tres, que seguramente no saldrían de su asombro participaron con sus nuevos amigos en la eucaristía. Los presentes decidieron que debían reunirse una vez al año para celebrar un encuentro franco-español en la Facha. Y desde entonces hasta hoy, -Concluyó nuestro amigo- son muchos los que han pasado por esta cima a celebrar no solo el milagro de “Nôtre Dame”.
Paseando una tarde por Jaca me encontré con D.Pedro Estaún. Al entablar conversación con el me interrumpió y me preguntó, -¿eres montañero?- yo sorprendido por la pregunta le contesté prontamente -algo sí- y él me dijo, -pues te voy a proponer un plan mejor de los que hayas previsto para esta semana-, evidentemente, yo no salía de mi asombro y torciendo la ceja le pregunté, -¿Cuál?- La propuesta era nada más y nada menos que un encuentro mariano en la cima de la Gran Facha. Yo había oído hablar de ello, pero siempre a toro pasado, cuando ya había sido, y por primera vez iba a poder apuntarme. Yo no conocía a nadie, pero tenía la sensación de que eso, daba igual.
Como amante del Pirineo, como buen Aragonés y buen hijo de la Virgen, la del Pilar claro; me apunté aunque no tenía ni coche para ir hasta el Balneario y aunque tuviera que hacer la primera jornada sólo; ¡era algo tan atractivo!
Poco después D.Pedro me puso en contacto con Fernando, un consagrado montañero que fue presidente del grupo de montaña jacetano Mayencos y que conocedor de la zona iba a ir por primera vez al encuentro, en eso coincidíamos.
Llegó el día 4, el reloj marcaba las siete y media de la mañana cuando cargábamos las mochilas en el coche de Fernando. Una vez en el Balneario comenzamos a subir, no nos perseguía nadie y queríamos disfrutar del día soleado que prometía ser. Armado con mi cámara de fotos volví a grabar en su memoria el lugar tan impresionante que guarda en las alturas, para quien hace un pequeño esfuerzo, ese impresionante enclave. La Cascada del Fraile, Los ibones de Bachimania y Los Ibones del Pecico que se encuentran a los pies de nuestro objetivo, La Gran Facha. Pero hoy íbamos a dejarla atrás y le dijimos hasta mañana, para ir al encuentro de nuestros amigos franceses en el refugio de Wallon, al otro lado del collado de Marcadau. Ahí nos encontramos con otras personas que nos preguntaban si también nosotros habíamos quedado con D. Pedro Estaún, y en efecto así era.
Bajado el valle y después de descansar en el río, tomamos posesión de nuestra habitación en el cómodo refugio de Wallon. Su guarda, nuevo de este año, nos recibió muy amablemente y nos alojó en nuestro cuarto; una habitación con ocho camastros; otros cuatro se alojaron en la habitación contigua, y tres más en la capilla que la asociación de los amigos de la Facha había construido junto al refugio. Fue ahí donde escuché por primera vez la impresionante historia que originó este encuentro y como algunos habían ido hasta 50 veces.
A las seis en la capilla se celebró la Eucaristía en francés. Especialmente emotivo fue momento de la oración de los fieles donde se pidió por el papa, por los jóvenes, por los que no conocían a Dios, por los que habían perdido la vida en la montaña a lo largo de los tiempos o los amigos de la asociación que ya no estaban ahí.
Acabada la misa cenamos en abundancia para coger fuerzas para el día siguiente y cuando se consumían los últimos trozos de pastel de chocolate los franceses empezaron a cantar: “¡Halte là, halte là, halte là, les montagnards sont là!” Uno de los nuestros repartió un cancionero en español pero hay que reconocer que los franceses nos dieron un repaso, ¡cómo cantaban! Está claro que hay que convencer a más españoles para que vengan al refugio y así cantar en más número, aunque es difícil que mejor. Hasta había un vasco-francés que cantó a los buitres.
Terminada la velada acudimos a la capilla de la asociación donde tuvimos un acto de penitencia. Dentro el sacerdote francés nos llevaba a la reflexión sobre la necesidad del perdón de Dios; mientras que fuera otros dos sacerdotes españoles impartían el sacramento del perdón.
Después de ello nos retiramos a dormir, la verdad es que había sueño y al día siguiente había que madrugar porque el desayuno estaría listo a las seis.
Amanecía en el refugio, la luna, todavía presente, intentaba abrirse paso entre las nubes, demasiado densas a esa hora. Después de desayunar un rosario de personas partió a pesar de la lluvia fina que caía, hacia el collado de la Facha. Algunos iban a paso muy ligero, quizá era por el frío, quizá por las ganas de la ceremonia y el encuentro. Jean Marc fue de los primeros en subir y fue recibiendo uno a uno a todos los peregrinos que iban llegando.
El cielo estaba cerrado, renegrido por las densas nubes pero poco a poco el sol se fue abriendo paso, parece ser que también él quería estar con nosotros. Al cabo de un rato, por la vertiente española, desde el refugio de Respumoso llegó un nutrido grupo de peregrinos españoles. ¡Ya estábamos todos! Pero la cima tendría que esperar porque el cielo que poco a poco se iba descubriendo todavía estaba tapado. Esto llevo a los presidentes de la asociación a decidir que la misa este año se celebraría en el collado y no en la cima como se acostumbra. Durante la celebración de la eucaristía el cielo se fue rasgando y es que como muy bien dicen los lugareños del Pirineo… cuando veas en los pantalones del cielo un agujero pronto el sol brillará. En la homilía, se destacó la importancia de humanizar las montañas, cuidar la caridad, la ayuda a los demás y la necesidad de ser responsables con la vida. retablo era inmejorable recalcó también el vicario, La Facha, el Tebarray, Respumoso; la obra creada por Dios que era admirable. Más ahora que los cielos se abrían prácticamente del todo. La ilusión de muchos, y desde luego la mía, se iba a poder cumplir, ¡subiríamos a la cima!
A las 11:46 comenzábamos su ascenso.fui acompañando a Ángel, Carmen y Pepe que me acogieron en su grupo expedicionario por la cresta y es que parece ser que suelen subir por ahí y la verdad es que es una arista preciosa.
Ya en la cima Jean Marc introdujo a los nóveles entre los caballeros de los tresmiles del Pirineo: por Dios, por la patria y por la montaña. Yo creo que la montaña era la patria de todos los que estábamos ahí.
De nuevo en el collado nos fuimos despidiendo de todos y tras reposar ahí un buen rato, iniciamos la marcha al Balneario de Panticosa. Ya una vez abajo cuatro horas y media después D.Pedro nos invitó a una bebida y terminamos así la aventura.
Mi balance personal… sólo diré una cosa, si el año que viene puedo, volveré.

1 comentario:

  1. Me parece muy bueno el relato y que se ajusta mucho a lo vivido esos dos días. Todos los que participan en este acto vuelven muy contentos. Se trata de una magnífica ascensión de Alta Montaña con otros valores además de los montañeros.

    Pedro Estaún

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